La magia de Bulgaria (II)

Bueno, he tardado en continuar este post. Estaba a la espera de las fotos que me prometió Dobrin, pero aún no me las ha mandado. En cualquier caso, seguiré con ello y posteriormente las publico para los interesados.

Como decía, me encontraba disfrutando de un festival de folclore búlgaro en un pueblo de las montañas allí donde Jesús perdió las sandalias. Los cantos populares no dejaban de sonar y las animadas abuelitas se desgañitaban cantando canciones que siglos tras siglos aquellos inhóspitos parajes habían endulzado. La gente empezó a crear corros, cada vez más y más grandes, moviéndose al ritmo de la gaita que acompañaba las expertas voces. Desde luego no pude evitarlo (tal vez fuese por los 3 vasos de bira que llevaba encima) y me uní al extenso grupo.... ¡y oye! en un pis pas le pillé el truquillo y me  movía al compás de los danzarines bulgar@s .

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La fiesta continuó, y esta vez tomaron parte unas bellas turcas que se dispusieron a bailar la danza del vientre, mientras sus acompañantes turcos bailaban a su alrededor, cantando y posicionándose como pavos reales ante sus pretendientes, a las cuales ellas rehusaban...... bonito espectáculo, del cual obviamente no comprendía ni una palabra de sus cánticos....... pero en este caso me suponía lo que decían, jeje.

La noche empezó a caer, y una botellita de vino de la región nos acompañó en la despedida solar. Había terminado el momento folclórico, y unos djs se disponían a mezclar lo que se suponían ritmos búlgaros con algo de house. En ese momento Dobrin me propuso embarcarnos en una pequeña aventura. Según había escuchado a las organizadoras del evento, las ancianas del lugar les habían hablado de un lugar mágico, en algún lugar de las montañas a escasos kilómetros de la población. Según decían, era un sitio para visitar sólo en noche de luna llena (como era en la que nos encontrábamos). Dobrin y yo nos dispusimos a ello, y ni cortos ni perezosos tratamos de localizar aquel inquietante lugar. Preguntamos a unas mujeres que nos indicaron el camino con una ligera sonrisa en la cara, y nos indicaron que el lugar se encontraba al atravesar los tres riachuelos que descendían por la montaña..... era como las indicaciones al protagonista de una novela de dragones y mazmorras  ("tras cruzar el frondoso valle, y sortear los enjambres de tenebrosas hormigas-león, debes atravesar la cueva del Behemot y ungir la espada que encuentres atravesada en el cadáver del dragón con la sangre de un águila bicéfala" mierda se me ha ido la olla).

Nos dispusimos a ellos, y entre el frondoso bosque de la ladera de la montaña encontramos un sendero.... la oscuridad apenas nos dejaba ver más allá de escasos metros de nuestra posición. Al rato encontramos el primer riachuelo (con el que me calé más de lo que hubiese querido).... los ruidos del bosque me mantenían inquieto (Dobrin sin embargo ni se inmutaba). Al rato encontramos el segundo riachuelo, aún más embarrado (parecía ser que las chicas se nos habían adelantado) y más tarde el tercero, que pudimos sortear con mayor precisión gracias a dos grandes rocas que lo atravesaban........ finalmente apartamos las ramas de unos árboles y un claro con una enorme roca en medio apareció ante nuestros ojos. Las chicas ya daban la vuelta, habían terminado su ritual.... era nuestro turno . Había que transportar un cuenco de agua de un riachuelo que sonaba cercano. Entonces había que disponerse en círculo, entorno a una piedra, y mojarse la tez con el agua...... el misticismo se encargaba del resto. Tras estar unos instantes con la tez mojada, sentado frente a esa roca conseguías poner en comunión la noche con la Tierra, y ambos contigo....... por unos momentos los tres elementos seríais uno.... suena a cuento de hadas, no lo dudo, pero sin duda fue ..... agradable.

Tras ello vertimos el agua y volvimos. Este ritual conlleva la buena fortuna al día siguiente, obtener lo que más ansias, no tus deseos, sino aquello que en lo más profundo de tu alma..... y estar en paz con el día venidero. Si, suena muy hippie, pero la verdad es que la experiencia fue increíble. Tras ello volvimos y la fiesta había empezado: ¡a bailar y a beber! en eso si que no me encontraba perdido, jeje

Sin duda, me encanto esa experiencia. Siempre me había gustado explorar y descubrir extraños parajes.... pero a la mayoría a los que había ido pronto encontrabas un cartel de "no tires basura" o "merendero" que la verdad quitaban todo el encanto a tu espíritu aventurero........ esto era distinto, era..... real.

Cuando el rakia se subió más de la cuenta y la música terminó, nos dispusimos a echar una cabezadita bajo el manto estelar.

Al día siguiente, el festival continuaba, y varios grupos folclóricos nos deleitaron con los bailes típicos de la tierra, eso sí, de manera más profesional (como el grupo de coros y danzas de Mora) y después, nos invitaron a bailar con ellos.

Ya se hacía tarde y había que volver, y tras tomar un rico helado (el caló que hacía, buuuufff) volvimos al coche.... pero eso sí, tras conducir varios kilómetros paramos a la vera del río, y nos dispusimos a darnos un refrescante chapuzón en sus aguas cristalinas. Fue una culminación magnifica a tan extraordinario viaje.

De vuelta a la ciudad mi mente ronda sólo una pregunta ¿cuándo la próxima?

1 comentario:

Diego Montero dijo...

Es cierto lo que dices, lo que cuentas parece sacado de una novela de aventuras.... me recuerda un poco a una novela de Paulo Coelho: Brida. Una historia de misticismo entre bosques y rituales a la luna llena, de busqueda de paz interior y demás jipiadas que a menudo olvidamos que son necesarias. Una cosa más, que hijoputa... que envidia me das!!!!
Un abrazo gatuno!!