Maldito Nemrod

Toda la Tierra tenía una misma lengua y usaba las mismas palabras. Los hombres en su emigración hacia oriente hallaron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: «Ea, hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego». Se sirvieron de los ladrillos en lugar de piedras y de betún en lugar de argamasa. Luego dijeron: «Ea, edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo. Hagámonos así famosos y no estemos más dispersos sobre la faz de la Tierra».
Más Yahveh descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y dijo: «He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros». Así, Yahveh los dispersó de allí sobre toda la faz de la Tierra y cesaron en la construcción de la ciudad. Por ello se la llamó Bbel porque allí confundió Yahveh la lengua de todos los habitantes de la Tierra y los dispersó por toda la superficie.
Desde luego, Yahveh nos la jugó buena. Tras una semana por Bulgaría sin duda el mayor problema cotidiando al que me enfrento cada día es el dichoso lenguaje búlgaro. Ya para empezar, el vocabulario en cirílico confunde más que los Backstreet Boys gaditanos. Una vez pasada la barrera alfabética, hay que tener en cuenta las diferentes pronunciaciones para sonidos que nosotros hacemos igual. Me queda tiempo por estas tierras, y dudo mucho que aprenda más de lo necesario para vivir.

Y digo yo, ¿no pudo Yahveh recalificar el terreno y colocar a Camacho de supervisor? Hubiera evitado el problema de superpoblación celeste y así todos hablaríamos bien, ostias.

No hay comentarios: